En La Rosaleda, además, observamos un elemento más: la presión coordinada y afixiante sobre el rival en su terreno, inmediata a la pérdida del balón. Eso lo convirtió en un Madrid 2.0, en la versión más moderna y colectiva, más interpolar.
El equipo es poderoso físicamente, tan preciso como veloz, goleador y generoso en el esfuerzo. Por eso es justo ahora cuando menos ruido necesita a su alrededor. Mourinho, también en su versión más conciliadora desde que llegó a Chamartín, parece haberlo entendido de la misma forma.
El entrenador ya no maneja un once con mucha diferencia entre los titulares y quienes ocupan el banquillo. Higuaín y Benzema, Özil, Kaká y Di María son futbolistas que van a alternar sus apariciones en función de las circunstancias de los partidos, como hemos visto hasta ahora. Empiezan unos y acaban otros.
'Mou' da a entender que no quiere establecer una forntera, aunque quizás sean los grandes partidos los que las delimiten, irremediablemente.
Kaká juega con la seguridad que nunca ha tenido en el Madrid, y ésta ha menguado en Özil. Es inevitable. El alemán tiene un lado ciego en la banda, donde Di María ofrece muchas cosas. A la espera de su velocidad punta, el argentino despliega un catálogo de pases, en conexión con Higuaín, especialmente. Sergio Ramos se asienta como central y Arbeloa es cumplidor en la derecha, pero la temporada ofrecerá partidos para que el de Camas vuelva a su posición original. El futuro es otra cosa.. Con más balón, el Madrid nos aproxima al mejor Xabi Alonso. Una buena señal, porque a través de un mediocentro conoceremos a un equipo. Ojalá esta versión continúe y estos pasos bien dados, poco a poco sirvan para demostrar quien es el mejor equipo de la liga española.
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