La persona que se convierta en el nuevo primer ministro griego tiene por delante la dura tarea de gestionar las reformas y privatizaciones exigidas por la eurozona para acceder al nuevo paquete de ayudas y de enmendar el fracaso de los dos años de mandato de Yorgos Papandreu.
Los ciudadanos recuerdan aún el famoso eslogan "hay dinero" de la última campaña electoral socialista, que despertó en amplias fracciones de la sociedad la esperanza de que la primera tarea de Papandreu iba a ser un reparto más justo de la riqueza.
Pero todo quedó en meras intenciones. La realidad estuvo marcada por la incapacidad del ministerio de Finanzas para hacer frente a la evasión fiscal. Por el contrario, aumentó. A este factor se unieron las drásticas reducciones de los salarios y de la renta mínima, así como el aumento del IVA sobre los alimentos, lo que exacerbó el sentimiento de injusticia social.
Los griegos tampoco han perdonado la mala gestión de los socialistas a la hora de lograr reducir el despilfarro en el sistema de salud pública, a pesar de fuertes recortes de gastos que han degradado la calidad de los servicios, ni la falta de voluntad política para avanzar la liberalización de una serie de profesiones protegidas y la tolerancia que mostraron las autoridades a las reacciones violentas de esos profesionales.
Además, el fracaso del Gobierno de Papandréu en el interior del país ha deteriorado la imagen helena ante los socios europeos. A cada reunión del Eurogrupo, a cada Cumbre Europea, a cada Ecofin, los mandatarios griegos llegaban sin haber cumplido con las promesas que habían dado en la reunión anterior.
El nuevo Ejecutivo heleno tendrá que trabajar desde hoy para convencer a sus ciudadanos, descontentos tras años de reformas fallidas, y a sus socios europeos, que ya han dado muestras de que no permitirán un nuevo tropiezo griego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario