lunes, 23 de enero de 2012

Brasil, próxima parada para las marcas de lujo


Instalarse en China y en las principales capitales del Sudeste asiático se ha convertido en un must have para la industria del lujo. Pero, con el mercado europeo y el norteamericano en horas bajas, el verdadero reto para gigantes del lujo como LVHM, Prada, Gucci o Luxottica consiste en encontrar nuevos mercados interesados en el glamour, la calidad y el savoir vivre que transmiten sus productos.
Los analistas coinciden en que la próxima estación en la que se bajarán las empresas de la industria del lujo es Brasil. En 2012 aproximadamente 30 empresas relacionadas con el lujo abrirán su primera tienda en el país de la samba. Esto supondrá una inversión superior a los 3.200 millones de dólares, lo que supone un aumento del 25% respecto a la cantidad que invieron las empresas extranjeras en este sector en 2011, según los datos de la consultora MCF Consutoria & Conhecimiento.
Brasil es el destino de moda para la industria del lujo y esto se debe a una razón fundamental: los brasileños pueden comprar sus productos. Curiosamente, hay más ricos en Brasil que en otros países emergentes con mucha más población, como India o Rusia. Alrededor del 13% de la población, unos 25 millones de personas, tiene una capacidad de compra elevada, según los datos de la Oficina Económica y Comercial de España en Sao Paulo. Pero, además, cada vez hay más familias que están mejorando su nivel de ingresos y que salen de la pobreza para pasar a engrosar la cada vez más numerosa clase media. Y como todas las firmas de lujo saben los trabajadores que sueñan con vestir Ralph Lauren o comprarse un Hermès muchas veces se conforman con usar maquillaje de Dior y perfumes de Chanel.
Brasil representa todo un oasis en medio de una coyuntura económica difícil. Y ello sucede porque el perfil del comprador brasileño encaja como anillo al dedo con el público que buscan estas compañías. A los brasileños les ha enganchado la cultura de las compras, adoran los centros comerciales y se dejan seducir con frecuencia por la compra compulsiva. Para ellos no es un problema pagar más cuando la calidad del producto lo merece.

A pesar de que una parte de los brasileños tiene los bolsillos llenos de dinero y está dispuesto al gastarlo, Brasil no es precisamente un mercado fácil, ya que los costes que deben afrontar las empresas para abrir tiendas y comenzar a vender son muy elevados.

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